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miércoles, 8 de marzo de 2023

El empoderamiento femenino debe empezar desde la infancia

 

Paloma Breva
Regional Director Marketing South EMEA de Medallia

ROIPRESS / ESPAÑA / OPINIÓN - Antes de comenzar a hablar del empoderamiento, me gustaría primero definirlo. Se trata de un proceso que involucra el cuerpo y la mente mediante el que cualquier individuo, desfavorecido por su condición social, busca alcanzar la independencia que le permita mejorar su situación. En el caso de las mujeres, la desigualdad, vigente todavía en numerosos países, proviene de estigmas y prácticas que se mantienen a lo largo del tiempo. El empoderamiento, cuando se practica desde una edad temprana, busca romper con esas barreras para demostrar que, independientemente de su género, todos merecemos el mismo lugar en la sociedad.

El empoderamiento femenino desde la niñez comienza en la escuela, con una educación de calidad que permita el acceso a la cultura, la ciencia y la salud. Esto significa posibilidades para que las niñas se conviertan en todo lo que desean y realicen sus propias elecciones. También tener las mismas oportunidades de trato y educación que los niños, sin ser discriminadas por su género.

Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (en inglés UNFPA), una de las agencias de Naciones Unidas, a la edad de 10 años las niñas están listas para empezar a desempeñar las funciones que determinarán su futuro, según el apoyo y el poder que tengan para decidir sobre este. Actualmente, la población mundial femenina constituye cerca del 51% del total de la población mundial, perteneciendo al grupo de edad de niñas de 10 años, algo más de 60 millones, y de estas, cerca de 35 millones viven en países con niveles elevados de desigualdad entre los géneros.

En muchas ocasiones, incluyendo a países desarrollados, es la propia sociedad la que hace estas desigualdades, al enseñar a las niñas a ser perfectas, -evitando el riesgo para que no fracasen, y practiquen juegos seguros- y a los niños a ser valientes, -a aceptar riesgos y considerar las dificultades como desafíos de la vida-, según indica Reshma Saujani, fundadora de Girls Who Code. Esto provoca que las niñas no se acostumbren a asumir situaciones complejas, ni retos e incluso, en ocasiones, miedo a preguntar para aprender.



Como sociedad tenemos que tener en cuenta, aunque resulte obvio, que las niñas de hoy serán las líderes del mañana. Debemos de trabajar en fomentar el empoderamiento femenino desde la niñez, en el que se promueva la calidad de vida no solo de las futuras mujeres, sino también del que será su hogar y el entorno donde habiten, pues invirtiendo en ello, las mujeres pueden llegar a triplicar sus ingresos a lo largo de su vida e impulsar el crecimiento económico de su país. Y es que en numerosas naciones, por desgracia, no se dan cuenta de que cuando no se tienen en consideración a las niñas y se las discrimina, afecta no solo al resto de mujeres, sino a toda su economía, al perder un potencial muy valioso.

La forma más importante de empoderar es mediante una educación enfocada en la capacidad de controlar y tomar sus propias decisiones. Según cifras del UNFPA, en la actualidad, hay cerca de 62 millones de niñas adolescentes en el mundo que no van a la escuela. Cuando una niña se ve obligada a abandonar su educación, se violan sus derechos y se limita su futuro. Por ello, los gobiernos deben invertir en programas e instituciones que favorezcan a las niñas a preservar su salud y sus derechos. Como consecuencia, se las protegerá de embarazos prematuros, violencia doméstica y de otras prácticas tradicionales perjudiciales, como la mutilación genital femenina, entre otras. Las niñas empoderadas son claves para romper el ciclo de pobreza para las familias de todo el mundo.

La idea es que cale el discurso del empoderamiento de las mujeres desde la edad escolar. Un tema de plena actualidad es la importancia de la representación femenina en todos los ámbitos. Hoy en día, el conjunto de posibilidades profesionales que se le presentan a las niñas de manera consciente o inconsciente es muy limitado. Normalmente se las encamina a interesarse por ciertas carreras, que sean seguras y den cierta estabilidad. Esto no es malo en sí, pero no les estamos permitiendo explorar, arriesgarse y equivocarse. Hay que animar a las jóvenes a que realicen cualquier tipo de estudio universitario o de formación profesional.

Siempre se ha dicho que las mujeres suelen ser mejores para los estudios relacionados con las humanidades; tenemos más habilidades sociales y comunicativas. Pero esto no es así, hay estudios médicos que indican que cuando se nace, tanto niños como niñas, las diferencias de los cerebros son inapreciables. Los cambios suelen ser más de tipo cultural según vamos creciendo, por el tipo de juegos que nos han hecho hacer y otras actividades.

Entre todos debemos de hacer algo para cambiar el panorama, planes, proyectos, programas, etc. porque el mundo no va a cambiar solo. Tenemos que ser conscientes que el empoderamiento rompe los estereotipos de género.

En Medallia contamos con una serie de comunidades dirigidas por los propios empleados y su objetivo es impulsar iniciativas que garanticen que se escuchen todas las voces. De estas comunidades, dos de ellas se han creado para fomentar la igualdad entre hombres y mujeres: una, “Women at Medallia”, para empoderar y formar a las empleadas, con un enfoque en la igualdad de género, y otra “Women in Tech”, cuyo objetivo es apoyar y conectar a las mujeres con la tecnología y crear una comunidad más amplia de mujeres con formación técnica.

Pero además, en mi caso, la compañía desde el principio se volcó en mi situación personal, pues nada más incorporarme me detectaron un cáncer de cérvix; me encontré de repente en un péndulo, de una euforia por haber conseguido un puesto en una de las compañías punteras en tecnología y gestión de la experiencia de cliente, pasé al extremo opuesto en el que peligraba mi salud. El apoyo fue incondicional. Superado este trance, y una vez incorporada, siempre sentí que quería ser madre; y aquí una vez más Medallia me ha apoyado en todo, tanto en mi crecimiento profesional, como en mi embarazo, que efectivamente es de riesgo, siendo parte de mi life journey. Ahora mismo, tengo entre mis brazos a mi pequeño Alejandro y, tras disfrutar de 24 semanas de baja por maternidad que nos dan en la compañía, me reincorporaré a mi trabajo para estar con mi otra familia Medallia.

Me gustaría terminar con unas palabras de Hellen Keller, escritora y activista política norteamericana, “no soy la única, pero aún así soy alguien. No puedo hacer todo, pero aun así puedo hacer algo. Y justo porque no puedo hacer todo, no renunciaré a hacer lo que sí puedo”.


Paloma Breva
Regional Director Marketing South EMEA de Medallia


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